lunes, 6 de julio de 2009

Cuento Gris

Tomaré un cigarro de la caja que habrá en la mesa y saldré a caminar un rato. Las nubes cubrirán el cielo en toda su extensión. Entre ese techo nuboso y el suelo rebotará difusa la luz del sol, así que no existirá sombra alguna... no ahí, no entonces.

Después de la guerra entre azules y rojos no quedará mucha gente con vida, entonces ser solitario se habrá convertido más en la regla que en la excepción. Seguiré mi trayecto sin rumbo, pero con sentido: distraerme del mundo, de mi propia existencia. Cerraré los ojos; será más fácil desaparecer dentro de mí si mis sentidos no perciben más que el silencio oscuro, sí, oscuro.

No importará nada: por más que intente escapar de las nociones me resultará imposible. Imágenes de antaño aterrizarán en mi cabeza, aunque persevere en bloquearla hasta cansarme de escuchar mis propias palabras resonar dentro del pensamiento... Imágenes de algún recuerdo mío o de otros. Seguro estaré saturado de pasados y futuros: de hombres naciendo y hombres muriendo: hombres durante el fatal eclipse onírico, final o inicial, de la vida.

Aquella vida no será una línea, un círculo, ni una espiral: será una asíntota, una sucesión infinita de puntos dispersos, pero siempre en mi contra... sólo una idea vaga de la razón que oculta la creación para existir.

Se esfumará, consumido, el cigarro. Bajaré a un río, dejaré la tierra, me bañaré en el agua pura que habrá persistido mágicamente en este, ese o aquel mundo.

Ella no estará, no existirá para mí aún; aun será entonces una esperanza vana la creencia en una otra mitad, cuando por nosotros mismos, estaremos completos, pero vacíos.

Después de dejar el fluido del que toda vida parte, sentiré frío. Correré por fuego, pero aquel calor nunca conseguirá el deshielo de mis intenciones, ni será suficiente para que me muestre contento. Pensaré en regresar, pero razonaré que no existirá un retorno, ni eterno ni único. Seguiré los puntos dispersos que ya habré descubierto, pues no estarán trazados pero me aferraré a su existencia en cuanto nazca la idea.

Y creando ideas, comenzará ella a suceder. Pasará un tiempo, si es que el tiempo llega a existir de nuevo. Cuando menos lo espere, ella llegará.

Fumaré un cigarro, pero ella lo arrebatará de mis manos. Lo destrozará. Me invitará a un lugar distinto, a un sitio nuevo. Abrirá las puertas de un armario escondido, y de él sacará un instrumento extraño que, me dirá, será llamado “narguile”. Los sabores y olores serán de todos los colores, y ella los transformará para mí en sensaciones.

Saldremos del aposento. Buscaremos la luz. Ante su presencia -y la mía- se abrirá el cielo de nuevo, pues lloverá durante un largo rato.

Miraré no en un libro, pero en un paraíso, un arco iris. Ella y yo buscaremos, no sus extremos, no su principio ni su final. Creeremos que nada de eso es real. Ella y yo buscaremos... su sentido y el nuestro.

Tocaremos una nube y no la tocaremos, probaremos algodón celeste y no lo probaremos; no obstante -no sé cómo, pero lo sabremos-, una vez que lleguemos, en el arco encontraremos el motivo; revelaremos a partir de aquel prisma la razón del infinito... la razón para existir.

jueves, 2 de julio de 2009

A tres años del fraude electoral...


Han pasado ya tres años del fraude electoral. Tres años en los que México ha caído cada vez más al fondo, tres años sin crecimiento económico, tres años con una severa crisis, tres años con un gobierno de facto corrupto, apoyado por las oligarquías. Sí, ya son tres años en los que el peligro para México resultó ser otro, él que llegó al poder tras uno de los peores gobiernos de la historia: el sexenio de Vicente Fox.

Pero aun, son muchos, demasiados los mexicanos que no observan detenidamente la realidad de su país, que sin tener dinero en los bolsillos se dejan engañar por el partido oficialista, que sin tener televisión piensan que con López Obrador se habrían quedado sin ella. El presidente del empleo nunca llegó, porque simple y sencillamente Felipe Calderón no es el presidente, el prometió eso en su campaña presidencial, pero como no es el presidente, nunca podrá cumplir sus promesas. Bien dice el líder de la oposición, Felipe Calderón no sirve, ni para ministerio público.